Cada uno de nosotros recibe aproximadamente 3000 impactos publicitarios al día, lo que equivale a más de un millón al año.  Estos impactos vienen en forma de cuñas en radio, anuncios en prensa o televisión, banners en internet, mensajes en los escaparates de las tiendas, carteles en la calle, opiniones de recomendación de un bloguero influyente… y cualquier otro formato inventado o que esté por inventar que nos cuente por qué necesitamos comprar un producto o servicio y no el de la competencia.

De estos impactos, recordamos muy pocos. De hecho, somos capaces de recordar poquísimos de ellos por la simple y llana razón que no nos tocan la fibra. Pero cuando uno es capaz de llegar a emocionarnos, entonces es cuando surge la magia, nuestras emociones hacen ‘click’ y no solo somos capaces de recordarlo, sino que además nos suele generar deseo, ganas de comprar el producto, ganas de que no nos emocione solamente en la pantalla sino también el uso del mismo. Porque la publicidad ayuda a vender si es capaz de seducir mediante la emoción.

Os dejamos un anuncio que a nosotros nos emocionó. ¿Qué os parece?

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